Gonzalo de Berceo 1195-1264 |
Cardenal Cisneros 1436-1517 |
San Ignacio de Loyola 1491-1556 |
Santa Teresa de Jesús 1515-1582 |
Los peregrinos anónimos que a partir del siglo IX recorrieron el Camino de Santiago, los reyes y clérigos medievales que cantaron su devoción a Santa María y los reformadores y místicos de los siglos XVI y XVII manifiestan la existencia de una importante corriente de exploración espiritual y religiosa en la literatura y la historia de España desde la Edad Media al Siglo de Oro.
En esta página se traza, en términos generales, la trayectoria de esa corriente y se proporcionan enlaces a otras páginas donde se estudian con más detalle los espacios, los autores y las expresiones artísticas asociados a ella.Las peregrinaciones a lugares sagrados ofrecen a la gente común la oportunidad de contribuir activamente a su propia salvación, a través de una imitación activa de la vida apostólica. Mientras otras prácticas devocionales están reservadas a sacerdotes y religiosos, las peregrinaciones son una opción abierta a cualquier persona que quiera abandonar temporalmente su vida habitual y viajar a un santo lugar. Atraidos por la aventura de viajar a un territorio lejano así como por un deseo de purificación o de alcanzar una gracia particular, los peregrinos inician un itinerario real y símbólico que los acerque a Dios. Al llegar a su destino, el peregrino podrá ver o tocar las reliquias o las imágenes de su devoción, teniendo así una experiencia personal y tangible, a la vez que comunitaria y espiritual.
En este contexto, surge a partir del s.IX, El Camino de Santiago que conduce al peregrino a la tumba del apóstol Santiago, casi al fin del universo conocido en esa época, al extremo noroeste de la Península Ibérica.
Las peregrinaciones a Santiago de Compostela tienen un período de esplendor durante los siglos XII y XIII, época que coincide con una intensificación del culto a la Virgen María.
Del mismo modo que el peregrino quiere percebir los signos divinos de manera palpable,
el resto de los cristianos desean encontrar una mayor humanización en las figuras de Cristo y María. Así, la liturgia, el arte y la literatura medieval van a potenciar un visión de María como madre y mediadora en la salvación del género humano.
A partir del s. XII se comienzan a compilar colecciones de historias de los milagros de María, que se transmiten a través del Camino de Santiago y de los monasterios adyacentes a esa ruta. Uno de los mejores ejemplos de literatura mariana en la Península Ibérica lo encontramos en la obra de Gonzalo de Berceo, poeta y clérigo secular adscrito al monasterio de San Millan de la Cogolla, que escribió Los milagros de nuestra señora probablemente en la primera mitad del siglo XIII. Se trata de una traducción y adaptación de 25 milagros marianos, en su mayoría procedentes de un texto en latín, que presentan una doctrina simplificada de la salvación en la que María ocupa un lugar central como protectora ante lo maligno e intermediaria ante Dios.
En la misma línea temática, unos años después, en la segunda mitad del siglo XIII, el rey Alfonso X el sabio compuso Las Cantigas de Santa María
que son un conjunto de 427 composiciones, escritas en gallego-portugués en honor a la Virgen María. La mayoría de estas cantigas cuentan milagros ocurridos por la intercesión de la virgen. También hay un número importante de cantigas de loor, o laudatorias, de carácter más personal, en las que el rey se presenta como un trovador que canta con admiración a Santa María. Expresándose en su lengua familiar, el gallego-portugués, y no en el castellano que utiliza para sus libros de historia, ciencia y política, el rey muestra su devoción individuall. Las ilustraciones que acompañan a las composiciones musicales, enfatizan el grado de proximidad y familiaridad del rey y la Virgen María.
En el siglo XV, durante el reinado de los Reyes Católicos se inicia una reforma espiritual a nivel institucional. El impulsor de esta reforma fue el Cardenal Cisneros, que fundó el Colegio de Alcalá, institución universitaria donde se publicó la Biblia Poliglota Complutense, edición multilingüe del texto bíblico y donde se estudió la literatura mística de otros países, ya accesible gracias a los libros impresos.
El siglo XVI es el período más creativo de la espiritualidad española, que en muchos casos se mueve al borde de la ortodoxia y la heterodoxía. Sus representantes más famosos, san Ignacio, santa Teresa y san Juan tuvieron en vida problemas con las autoridades eclesiásticas e incluso con la Inquisición, para más tarde llegar a ser considerados santos.
San Ignacio de Loyola proponía el cumplimiento de la voluntad divina a través del servicio. Así organizó su orden, la Compañía de Jesús, como un disciplinado ejército con absoluta obediencia a sus superiores, especialmente al Papa. Esta propósito de servicio de los jesuitas pronto materializó en misiones y apostolado, destacando la labor en Asía de san Francisco Javier. El texto más importante escrito por san Ignacio fueron Los ejercicios espirituales (1548), un conjunto de medios para llegar a Dios a través de la reflexión, la oración y el esfuerzo personal. El método ignaciano ayuda a las personas a fomentar su piedad interior para poder distinguir los designios que Dios tiene para cada uno. Al ser aptos para personas de todo tipo y condición, Los ejercicios espirituales continúan siendo utilizados hoy en día para la meditación y el desarrollo espiritual.
A partir la segunda mitad del siglo XVI se inicia la producción literaria de Santa Teresa de Jesús y su reforma de la orden del Carmelo, con la consiguiente fundación de múltiples conventos. Una de las características de su obra literaria es su componente autobiográfico y el tono personal e íntimo de sus escritos. En ellos propone un trato de amistad con Jesucristo y explica el progreso de sus estados místicos.Por su condición de mujer y porque la mayoría de sus obras están dirigidas a sus hermanas, las religiosas de su orden, Santa Teresa decide crear un vocabulario espiritual con imágenes sencillas y accesibles. Esta humildad de la escritora contrasta con su protagonismo en la vida civil y religiosa de su tiempo, lo que le creó la animosidad de algunos de sus superiores en la jerarquía de la iglesia católica en España.
27 años más joven que Santa Teresa, san Juan de la Cruz cooperó con ella en la reforma del Carmelo y compartieron una visión similar de la experiencia mística. La obra poética de san Juan es de una excelente calidad literaria, hasta el punto de ser considerada por algunos críticos como la mejor poesía escrita en lengua castellana, y sus comentarios en prosa complementan su doctrina mística cristiana. Su vida estuvo marcada por sufrimientos y persecuciones y se aprecia una profunda identificación entre los esfuerzos del místico y los del poeta por lograr la expresión adecuada de su experiencia. A través de símbolos, metáforas, antítesis y paradojas, San Juan invoca la presencia de Dios en su vida y su poemas, entre los que destacan el "Cántico Espiritual," "Noche oscura del alma" y "Llama de amor viva."